El recorrido es la experiencia
Estaba el conde en su estudio releyendo la carta que acababa de escribir.
Estimado escritor,
He observado, con cierto malestar, que no hay una relación lógica entre mis nobles características y la forma vulgar con la que usted determina que se acabe con mi vida. Lo primero entonces, será refrescarle la memoria sobre ese particular; soy un hombre apuesto, elegante y carismático, con un encanto aristocrático de herencia boyarda. Y, por contraste, solo para facilitarle la comprensión del objetivo final de esta carta, también le recuerdo que el licántropo es una criatura sin mayor atractivo, excepto por los pocos días que desarrolla una gran fuerza animal.
A pesar de esto último, debo aceptar la gracia que el grupo de rock La Unión le concedió con la canción Lobo hombre en París. Y es que, incluso yo, al ser tan pegajosita, la he tarareado y bailado de muy buena gana; sin embargo, usted no debe quedarse con ese detalle; por el contrario, debe compararlo con las veintiocho magistrales representaciones cinematográficas que se han hecho de mi persona, de las que, a manera de corolario, sin quitarle el mérito a los demás, le destaco las realizadas por George Hamilton y Claes Bang.
Dicho lo anterior y con la intención de que reflexione sobre la conveniencia de hacerle algunas correcciones a la próxima edición, le pregunto: ¿cómo se puede entender que mi ilustre vida se acabe utilizando una vulgar estaca de madera y en cambio para acabar con la vida de un hombre que por unas horas se convierte en animal, se requieran balas de plata?.
Ana María Rotundo
30 de octubre de 2023.